Quién no escuchó a su mamá gritar “a tomarse la lecheee”. Uno de los motivos más conocidos que nos han llevado a tomar leche por cientos de años es la cantidad de proteínas que contiene. Algunos abandonan este hábito apenas pueden, pero las proteínas los seguirán acompañando en los asados, en las almendras de picoteo o en el huevito del desayuno. Éstas son fundamentales para la formación de músculos y tejidos, el transporte de sustancias por el torrente sanguíneo, el fortalecimiento de las defensas y la síntesis de hormonas y enzimas.
Según la doctora Pamela Martínez, médico pediatra de clínica Indisa, “una alimentación saludable debe incorporar entre un 10 y 15% de proteínas del consumo total calórico diario de una persona” que- para un adulto bordea las 2500 calorías diarias en promedio, pero para un niño de 12 años puede bordear las 1800. Además, su consumo está determinado por la cantidad de actividad física que se realiza (un deportista necesitara más que alguien con una vida sedentaria) así como el proceso de la vida en que uno se encuentra (infancia, adolescencia, adultez, vejez embarazo, lactancia). También es enfática en recordarnos que “es bueno que éstas provengan tanto de origen vegetal como animal. No es saludable comer sólo legumbres y dejar la carne. Una nutrición saludable debe incorporar ambos grupos con alimentos como huevos, frutos secos, legumbres, carne”.
La Organización Mundial de la Salud (OMS), recomienda un consumo apróx de 1 gramo diario de proteínas por kg de peso para una persona adulta sana, optando por consumir una de mitad del total provenientes de origen vegetal y la otra mitad de origen animal.
Por Carolina Darrigrande