Lunes 7.50 am y los autos invaden la ciudad, “cambio la radio, acelero, freno, cambio la radio, acelero. Así todos los días, camino al trabajo y luego a la casa, escucho rock de los 80’s, las noticias y aprovecho de hacer algunas llamadas por teléfono”. Así empiezan los días de Roberto y de la mayoría de los santiaguinos que transitan junto a cerca de un millón cuatrocientos mil autos que conforman el parque automotriz de la capital –de los cuales sólo el 5% debe someterse a restricción por placa patente, según INE 2012. El taco en el que va Roberto es intermitente en los 32,5 kilómetros* que recorre entre su casa en Macul y su trabajo en Panamericana Norte con Vespucio.
Cuando llega a su oficina, ve como cuatro compañeros de trabajo entran juntos, muertos de la risa, a ocupar sus puestos. Como no es primera vez, hoy no resistió la curiosidad y se acercó a preguntarles de dónde venían. Ellos comparten el auto y con esa acción ayudan a descongestionar, descontaminar nuestra ciudad -que se caracteriza por sus altos índices de contaminación ambiental cuando llega el invierno- y ahorran dinero. Con calculadora en mano, Roberto piensa: si su auto rinde 12 km/lt y la bencina de 93 octanos hoy estaba a 873 pesos, se estaría ahorrando $36.270 pesos al mes. Se acordó del curso de inglés que hace mucho tiempo quiere tomar y se entusiasmó. Desde el lunes, Roberto se integrará a un grupo que vive en su comuna y ahorrará dinero para su curso de inglés. Con él serán cinco en un auto, un poco apretados, pero ahorrará dinero, será un ciudadano más responsable y probablemente llegue más feliz a su trabajo luego de comentar los goles del fin de semana, la película que fue a ver al cine o lo linda que es la nueva integrante del equipo que viene desde Australia, con quién podrá practicar su inglés.
*Este recorrido emite casi 2 toneladas de CO2 por año (Fuente: Be Green) lo que equivale a tener encendida una televisión durante 2 años y 4 meses sin parar (Fuente: Carbon.to).
Por Carolina Darrigrande y Kim Brierley